Había una vez un pequeño ratón llamado Timido, que vivía en un agujero en el campo. Timido siempre había sido tímido, y temía hablar con los demás animales. Un día, mientras exploraba el campo, Timido encontró una semilla muy especial. La semilla tenía un poder mágico que hacía que todos los deseos se hicieran realidad.
Timido se emocionó al encontrar la semilla, y decidió plantarla en su agujero. Pero antes de hacerlo, decidió hacer un deseo. "Deseo tener la valentía de hablar con los demás animales", pensó. Timido plantó la semilla y esperó a ver qué sucedería.
A los pocos días, la semilla germinó y creció un hermoso árbol. Timido se acercó al árbol y, de repente, se dio cuenta de que su deseo se había hecho realidad. Ya no tenía miedo de hablar con los demás animales, y se sentía más seguro que nunca antes.
Timido decidió compartir su secreto con los demás animales del campo, y les contó sobre la semilla mágica. Los demás animales estaban impresionados, y decidieron hacer sus propios deseos. Un zorro quería ser más astuto, un conejo quería ser más veloz y una liebre quería ser más fuerte. Todos plantaron sus semillas y esperaron a ver qué sucedería.
A los pocos días, los árboles crecieron y sus deseos se hicieron realidad. Los animales estaban muy contentos y agradecidos con Timido por haberles contado sobre la semilla mágica. A partir de ese momento, los animales del campo se convirtieron en amigos cercanos y vivieron felices para siempre.
La moraleja de esta historia es que la valentía y la confianza en uno mismo pueden hacer maravillas, y que a veces los deseos más simples pueden llevarnos a lugares inesperados.
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